El tranvía (con base en un sueño del 6/2/17)

Cuando finalmente inauguraron la línea del tranvía en la ciudad, tuvo un éxito inesperado. La gente dejó de conducir, de ir en bus, de ir en bicicleta, con tal de usar el tranvía. Pero el impacto más grande ocurrió un par de años después, cuando una compañía adquirió el derecho de usar el tranvía después de las 10 de la noche los fines de semana.

Yo no sabía que esperar cuando abordé el tranvía esa primera noche. Algunos amigos me recomendaron usarlo, pero tenía mis reservas. Después de todo, era un recorrido que sonaba un tanto exagerado y que atribuía a la cantidad de alcohol ingerido por mis amigos. Sin embargo, la prensa escrita también reportaba algo muy similar a lo que mis amigos me habían contado, por lo que pudo más la curiosidad que la precaución.

A las 10:01 tomé el primer tranvía nocturno desde la estación principal en el centro de la ciudad. Conmigo, unas 30-40 personas más, sentadas e impacientes por llegar a su destino. Alguna gente hablaba entre sí, pero la mayoría estábamos callados, simplemente observando como el tranvía iba saliendo en un recorrido que parecía normal.

Sin embargo, al llegar a la altura de la calle 102, noté algo fuera de lo normal. Había un desvío en la línea, un desvío que NUNCA está ahí durante el día y fue cuando supe que este no iba a ser un recorrido ordinario. Poco a poco el tranvía fue aumentando de velocidad, alejándose del centro de la ciudad hasta llegar a una terminal que no estaba en ningún mapa.

Vi a algunos bajarse ahí mismo, porque según ellos era ahí donde había que bajarse para ir al club donde ponían toda la música que a uno le gustaba. Uno de mis amigos me había contado que eso era cierto, pero de una forma extraña. En la misma noche, al mismo tiempo, gente juraba estar escuchando musica tropical, alternativa, death metal o reggae salir de los altoparlantes, lo cual no tenía el mínimo sentido... al parecer, cada uno escuchaba música diferente sin darse cuenta y la pasaban bien. Otros no muy convencidos de que esa era la última estación o que ya sabían lo que faltaba por venir, se quedaron sentados en el tranvía... y yo me quedé con ellos.

El tranvía salió de la terminal y, en efecto, en vez de devolverse a la estación central, siguió su camino; pero dicho recorrido empezó no solo a ser en espiral, sino que una espiral que empezaba a descender muy rápidamente por lo que alguien a bordo del tranvía llamó un abismo... íbamos a una velocidad muy superior a los 40 kph a los cuales usualmente rodaba el tranvía y no había señal de que estuviese frenando en las curvas. Gente que estaba sentada en los extremos del tranvía tenía que sostenerse de donde pudiese con tal de no caerse, aunque algunos no tuvieron dicha suerte y vi como unas 5-6 personas salían volando del tranvía y al golpear la pared del abismo, se desintegraban como si hubieran sido hologramas. El pavor reinaba a bordo del tranvía y después de unos 15 minutos en esa espiral, llegamos unas 12 personas a la estación subterránea.

El club estaba a tan solo unos pasos de la estación y pronto todos olvidamos a esos que habían perecido de camino para dirigirnos al club.

Inferno.

Esto era o la mejor campaña de mercadeo para un club de moda, o simplemente era lo que decía arriba del club, en letras rojas de neón.

Cuando entré, me sorprendió ver la cantidad de gente que había adentro, no solo por el tamaño descomunal del lugar, sino porque yo había tomado el primer tranvía de la noche... pronto me di cuenta que muchos de los que estaban ahí no tenían noción de cuándo habían llegado ni menos cuando iban a poder irse... esto último al parecer estaba fuera de su control.

La música retumbaba en todo el club a un volumen fortísimo y estoy seguro que era My Life With The Thrill Kill Kult tocando en algún escenario del club. La luz roja tenue no dejaba ver mucho detalle a la distancia, pero alrededor mío había gente que parecía salida de un desfile de modas escandinavo, ingiriendo bebidas de varios colores e inyectándose heroína con la misma tranquilidad que yo me tomo una aspirina en forma diaria.

Lo último que recuerdo de mi experiencia en Inferno, fue darme cuenta que el sello que me colocaron en la muñeca al entrar llevaba una dosis de 2000 mics de LSD, lo suficientemente fuerte como para matarme y, aún así, seguía vivo para ver todo lo que pasaba frente a mis ojos, ahora parte de este universo.

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