Querida
Yahaira,
Este 30 de
diciembre nos diste, a mi esposa, a mi hermana y a mí, un espectáculo de esos
que uno quiere pensar que solo suceden en las películas. Ahí estabas
disfrutando con tus amigas y amigos en Playa Panamá, sin preocuparte de nada,
comiendo atún con galleta de soda y bajándote el almuerzo con una Imperial bien
fría. No estoy inventando nada de esto y espero que vos lo recordés tan bien
como yo. La tarde se prestaba para que siguieran pasándola tranquilamente ahí,
tal vez hablando tonteras y jugando futbol de playa como cualquier grupo de
amigos lo hace en la playa. Pero no, nos tenías una sorpresa.
Él venía
caminando por la playa, sacando pecho (tus palabras) y a leguas se veía que
andaba buscando a quien ligarse. Cuando lo pudiste tener al alcance de tu
mirada, te le quedaste viendo y él se dio cuenta y, pese a que después de ese
contacto visual corriste a burlarte de él junto a tus amigos, él no desperdició
el momento. Vimos cómo este italo-canadiense identificó a su siguiente presa
(vos, sí), se acercó a tu grupo de amigos y, aunque demostró interés inicial en
todos, fue su reacción a la pregunta “’¿con quién va a pasar fin de año?” la
que nos impactó. Su respuesta fue tomarte la mano.
¡Diay,
Yahaira!, no habían pasado ni 5 minutos desde que él se te acercó a hablarte.
¿En qué estabas pensando?
¡Diay,
Yahaira! Ni a patadas usaste tu sentido común como para soltarte de su mano,
sino que más bien le seguiste la corriente, mientras nosotros nos asombrábamos
de lo que estaba pasando frente a nosotros. No fue simplemente que te tomó de
la mano (solo vos sabés qué más pasó después que nos fuimos), sino que te
entregaste de igual manera que Jeannie (la de Mi Bella Genio) al primer zampa
guabas que le frotara la lamparita… y cómo te la frotaron!
¿Cediste
acaso a la presión de grupo de tus amigos? Estoy seguro que ellos (de ellas
hablaremos en un ratito) estaban vacilándote cuando te hicieron caras de que le
siguieras la corriente, para ver hasta dónde podías llegar. Por si acaso no te
acordás hasta dónde llegaste, te lo recuerdo: él te convenció en menos de 8
minutos después de hacer su aparición en tu vida para que lo acompañaras a
meterse al mar, y unos 2 minutos más tarde, estabas sintiendo la embestida, no
de las olas, pero de su hombría contra tu cuerpo. ¿Creíste que nadie se estaba dando
cuenta? Siento decirte que no fue así, para todos era clarísimo que no había
grano de sal en el agua que pudiera pasar entre ustedes dos.
¿Y tus
amigas? Parecían casi imperceptibles al principio, cuando eran tus amigos los
que dominaban la conversación. Pero apareció el galán de la historia y ¡pum!,
de repente teníamos a tus dos amigas tratando de figurar en el papel principal,
pero con costo llegaron a ser extras en la escena. Teníamos a una que quería
ser la que el extranjero escogiera para llevar al mar, que no pasó a más
después de que se presentaron. Esta fue la amiga que de fijo te comió de
principio a fin con tus otras amigas apenas volviste a la realidad (imagino que
al día siguiente). La otra, bueno, ni siquiera tuvieron la decencia de presentársela
al extranjero y, resignada, se quedó comiéndose todo tu atún con vegetales en
forma de venganza. Parecía una escena de película de John Hughes, pero a la
tica.
¿Y vos,
Yahaira, cómo te sentiste? Por favor decime que no estabas pensando bien, que
la cerveza se te subió con el calor, que la presión fue demasiada (la de tus
amigos, no la de él contra vos, que eso ya quedó claro que así fue), que te
confundió toda con esa galantería italiana mezclada con un acento francés,
¡decime que no eras vos la que no dudó dos segundos en meterse al mar con él!
Yo sé que no me debería importar para nada lo que te pasó, Yahaira – porque no
nos conocemos y porque vos tenés todo el derecho de hacer con tu cuerpo y con
tu vida lo que querás -, pero es que en ese momento te volviste para el
extranjero el patrón de referencia de todas las ticas y pasaste a ser la más
fácil de todas las mujeres que haya visto en mi vida. Si solamente hubiera sido
yo el que pensara que caíste demasiado rápido en las fauces de este lobo, tal
vez no hubiera escrito nada de esto; pero como tenía a dos mujeres a mi lado
contemplando con igual asombro la escena, consideramos que era nuestro deber
cívico para con todas las mujeres de Costa Rica contar esta historia, para que ojalá
tomen conciencia de que existen tipos que se van a aprovechar de sus
vulnerabilidades y que hay mejores maneras de pasar un fin de año sin pareja y
que no incluyen rebajarse moral y físicamente.
Para las
interesadas, las camisas “Yo soy Yahaira”, “¡Diay, Yahaira!” y “Yo no soy
Yahaira” se pueden conseguir en www.cafepress.com
Comments