para agustín olivera martínez (1971-1982)

agustín y yo llegamos a nuestra nueva escuela al mismo tiempo. uno, recién llegado de argentina y el otro, recién llegado de francia. ambos sabíamos que íbamos para cuarto grado, pero solo agus sabía que su clase era la 4-c (con madame larivain). yo, como siempre, despistado, o no me acordaba o mi papá no me lo había recordado al bajarme de su carro ese primer día en el franco costarricense. tal vez agus tenía la misma cara de perdido que yo y fue por eso que le hablé y me di cuenta que era otro nuevo y que iba para cuarto grado. como no sabía cuál era mi clase, me metí a la suya y cuando llamaron a todo el mundo, obviamente no estaba en esa lista, cosa que arreglé en el recreo con la directora de primaria.

desde ese primer día, agustín y yo nos hicimos amigos, muy buenos amigos. compartíamos los recreos juntos (recuerdo que una maestra una vez nos dijo que éramos como una copia de walter y luis alonso, uno machillo y flaco (agustín) y el otro de pelo oscuro y gordito (yo), hacíamos competencia para ver quién llegaba sus orines lo más alto en el orinal de la escuela, que más parecía un bebedero para vacas (no recuerdo quién ganaba, digamos que era él) y quién sabe qué más. la verdad es que pasábamos un montón de tiempo juntos, ya que por esas coincidencias de la vida, el papá de agustín trabajaba en la una en heredia, donde yo vivía. así que agustín y yo hacíamos muchos de los trabajos en grupo (si no es que todos) juntos (esto era el franco, así que no recuerdo que hubiera mucho tiempo para jugar, pero de todos modos creo que si lo hacíamos).

pasó cuarto grado, pasó quinto grado y llegamos a sexto, luciendo nuestras camisetas celestes por primera vez y jugando de grandes. desgraciadamente, un accidente automovilístico truncó la vida de agustín el 9 de mayo de 1982, un domingo. yo no me enteré sino hasta el día siguiente, cuando iba con mi papá en carro bajando la cuesta del virilla, en dirección a tibás. como todos los días, papi iba escuchando radio reloj cuando dijeron: “el niño agustín olivera descansa en la paz del señor. sus funerales se realizaron ayer domingo…” y no sé que más. recuerdo como si hubiera sido ayer mi cara de consternación y decirle a papi, “’¡pero… ese es el nombre de mi amigo agustín!” me subí al bus del cole y lo comenté con renato y otra gente pero no fue sino hasta que llegamos al colegio que nos sentaron a todos en la primera clase y nos confirmaron la noticia. agustín había muerto el día anterior.

mi única reacción en ese momento fue de furia. no podía entender que no había sido culpa de agustín, solo entendía que él se había ido primero de este mundo y nunca habíamos hablado de eso. no quería que nadie pronunciara su nombre, porque me daba cólera pensar que él ya no estaba más con nosotros. recuerdo llorar de la cólera.

recuerdo haber tenido un sueño donde podía ver un féretro en medio de una iglesia. me acercaba a este y, poco a poco, veía que algo luminoso dentro se iba convirtiendo poco a poco en agustín para luego levantarse del ataúd como un ángel. no sé si eso fue antes o después de la misa de novenario que los papás de agus le hicieron en la iglesia de santa teresita (donde isabel, su hermana, tocó la guitarra y cantó para él con la fuerza y el amor que solo una hermana puede tener), pero es un sueño que aún puedo visualizar sin problema.

hoy, 24 años después (agus hubiera cumplido 35 el 11 de febrero), los 9 de mayo son días tremendamente tristes para mí. hoy me puse en contacto con isabel y fue muy grato compartir un pedacito de este día con ella. un 9 de mayo fue el día en que agustín y yo nos separamos hasta la próxima vez, si tengo la suerte de compartir su destino en lo que llamamos cielo. hoy el día estuvo oscuro, nublado, lluvioso, como si no hubiera sido yo el único que recordó la partida de agustín.

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